Para el caso de Treinta y Tres, esta geografía natural está muy presente en la cultura local, incorporada a partir de las diversas manifestaciones culturales y artísticas que han caracterizado este territorio del Uruguay, en particular a través de la canción. El proyecto de renovación urbana y paisajística del Microcentro se concibe como una pieza clave para la promoción de la cultura del lugar, para sus habitantes como también para la captación de dinámicas externas. Existe una identidad cultural conformada sobre la base de su patrimonio cultural, definiendo un paisaje de marca.

La ciudad se organiza a partir de estructuradores territoriales de escala nacional. El río Olimar contiene la ciudad al sur conformando el gran parque verde, pulmón y centro de acogida de visitantes en festividades de alto valor simbólico para la comunidad olimareña.

La trama urbanizada se comprime sobre la ruta 8, que va recostada sobre el parque lineal que conforma el río y se expande hacia el noreste. Se orienta norte-sur levemente girada respecto a esta y es atravesada por estructuradores secundarios que conectan la ciudad en sentido este oeste. La estructura urbana define un amanzanado cautivo dentro de una red de conectores viales. El Microcentro se vincula tangencialmente con esta estructura predominante, presentando vínculos débiles con los estructuradores principales, en particular con el parque que parece tan lejano imaginado desde la plaza. La intervención en el Microcentro se concibe en un escenario de integración del sistema de espacios públicos de la ciudad de Treinta y Tres, en particular la vinculación con la costanera y parque del río Olimar.

La calle actual presenta un espacio amplio y achatado, con un ancho de 17m y fachadas que rondan los 7m de altura aproximadamente. Este espacio destina un porcentaje sensiblemente superior a la circulación vehicular en detrimento de las áreas de veredas. La proximidad de los árboles a las fachadas confina el espacio de vereda aún más. Los troncos de los árboles ofician de barrera visual y física a lo largo de las aceras. Las raíces del arbolado en algunos sectores levantan el piso de vereda. El vínculo entre ambas veredas enfrentadas es muy bajo, la calzada actúa como barrera para la conectividad peatonal entre estas. La expansión de los comercios hacia la calle es evidente por la presencia de exhibición de mercadería y decks con mesas y sillas en el espacio público.

La propuesta de diseño plantea una actuación diferencial para un sector definido por las dos primeras cuadras a partir de la plaza y siguiendo una línea en sentido norte-sur. Se trata de un ensanche de veredas hasta los 7m, medidos desde la línea de fachada hasta el nuevo cordón, manteniendo una calzada central con circulación para una vía de 3m. Las veredas se conciben como espacios para el encuentro, sobre la premisa de devolver el espacio calle a la gente. Se consideran las necesidades de conectividad peatonal y se desarrollan espacios de estar, diseñados en dos bandas longitudinales. El espacio que corresponde a la actual vereda se concibe de preferencia circulatoria. Los árboles se sustituirán de manera progresiva en el tiempo, hacia la banda contigua. En una primera etapa se ampliarán veredas manteniendo los árboles existentes. Esta banda se trata de un área de usos flexible, que puede permitir tanto la expansión de los comercios hacia el espacio público (mercaderías, mesas y sillas, área de carga y descarga, etc), así como áreas de estar que la propuesta denomina “ivings urbanos”. Dentro del espacio de vereda de una de ellas se introduce una bicisenda de doble vía. La iluminación acompaña la calificación de los espacios que genera la propuesta: bicisenda, espacios de estar y focos en proyección vertical hacia las copas de árboles.

Los espacios centrales de las dos cuadras previas a la plaza están diseñados con un ensanche de las veredas tomando por completo los 17m de calle. Esta solución espacial tiene el cometido principal de generar un espacio de apropiación ciudadana, una “plaza de la peatonal”, que permita un uso ampliado de la misma en determinados eventos a partir de un cierre vehicular eventual o periódico. Por otra parte la nivelación con la vereda oficia como una barrera para la circulación vehicular, lo que permite ir reduciendo la velocidad del flujo circulatorio a medida que se acerca a la plaza.

La propuesta de diseño para la plaza 19 de Abril, se concibe dentro de un escenario denominado “Treinta y Tres ciudad abierta”. Se busca ampliar las posibilidades de uso del espacio público, concebido este como el gran vertebrador de la vida en sociedad. Considerando el papel protagónico que juegan las áreas urbanas en el actual contexto de sostenibilidad, parece imprescindible reinterpretar las áreas de uso público de la ciudad, en particular el Microcentro y plaza, en clave contemporánea, adaptando la estructura existente para una mayor flexibilidad de usos e incorporando pautas eficientes. La intervención en el sector A propone la apertura de un espacio mayormente libre en el borde de contacto entre la plaza y la continuación de la peatonal. Se define un espacio denominado “Plaza seca” de interacción por excelencia y un área de descanso sobre la calle Gral Manuel Oribe denominado “Bosque”. El sector sur se enmarca con un pabellón, una gran cubierta que pueda ser destinada para actividades vinculadas a la cultura y turismo (información y promoción), así como también se sugiere la posibilidad de incorporar dentro de la plaza una oferta gastronómica, aunque esta opción actualmente no esté permitida. La nueva plaza incorpora gran parte de la estructura existente (construida y vegetal) y la reinterpreta a partir de una redefinición espacial que posibilite una ampliación de usos.