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La propuesta de intervención se orienta a neutralizar el entorno existente (que resulta despojado y de colores claros), para intervenir básicamente con planos de madera y de color negro.

La visión lejana, desde la rambla, necesita de altos contrastes para percibir los componentes del interior, permitiendo que el local se transforme en un atractor. Si bien está ubicado en un lugar privilegiado, existen una multiplicidad de barreras físicas sobre la rambla (tránsito, cerramiento perimetral, percepción lejana, dificultades de accesibilidad) que generan ruido en la comunicación visual.

El local ocupa un gran porcentaje de la planta baja del edificio que forma la proa. En su concepción original, fue planteado con lógica de planta libre con columnas de sección circular. Esta lógica permite concebir a todo el local como una “gran vidriera”, haciendo que la vista penetre al interior, efecto que se ve reforzado con la masa del edificio que flota por encima.

En el interior básicamente se trabaja con tres elementos principales: un gran respaldo de madera (destinado a exhibición), la iluminación (lineal y puntual) y un área de mostrador y barra que articulan los dos espacios principales.

Los elementos se organizan acentuando el espacio de fachada (hacia rambla). En este lugar se exhibe la mejor selección de productos. El mismo posee vocación para interactuar con el espacio exterior de forma fluida. El mostrador y barra oficia como rótula para conectar con el espacio que da hacia la calle secundaria. El taller de reparación de bicicletas se vincula con el espacio principal y se organiza como remate hacia el fondo del local, generando un área con cierta intimidad.

Desde el punto de vista conceptual y constructivo, se realizó un reset/refresh del local despojándolo de elementos existentes y se reconstruyó el interior con módulos prefabricados en taller montados in situ, reorganizando una nueva espacialidad.